Esto significa que los productos chinos abaratan sus precios medidos de dólares, neutralizando asà el encarecimiento artificial que sufrieron las importaciones chinas por culpa de los nuevos aranceles.En sentido contrario, con un yuan más débil, a los chinos se les encarecen sus propias importaciones. Y si los chinos le compran menos al mundo, el impacto se puede sentir inmediatamente sobre, por ejemplo, los precios de las materias primas.
El riesgo de esta movida china (el yuan no flota libremente) es que se desate una guerra de monedas, es decir que se sucedan las devaluaciones.
Acá entra a jugar Argentina, que necesita que esos precios se mantengan para sostener el ingreso de dólares que confirmen la tendencia de estos meses: saldo positivo en la balanza comercial. Y, obvio, en esta etapa electoral el Gobierno quiere un dólar lo más tranquilo posible. Habrá que ver que hace hoy el Banco Central si el mundo se complica. De mÃnima, se espera que intensifique su intervención en el mercado de futuros para atenuar la volatilidad del tipo de cambio. Aunque no se va a oponer a una devaluación del peso si se observa un movimiento similar en las monedas de la región.
Pero en lo inmediato, el mayor riesgo es sobre el mercado cambiario. Un sacudón de monedas a nivel global -con el dólar haciéndose más fuerte- puede provocar más tensión a nivel local sobre el dólar, en el tramo decisivo de la campaña hacia las PASO del próximo domingo 11.